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Las 6 llaves de cambio de cultura: Para avanzar hacia la no-violencia es necesario cambiar la cultura. En la cultura actual la violencia es un comportamiento cotidiano, normal y determinante, hasta el nivel que se trata de justificar que sea “normal” que los seres humanos se traten entre sus pares con violencia. Para avanzar en la evolución humana es necesario romper ese paradigma y aspirar a una cultura verdaderamente humana, en la cual se logra resolver los conflictos sin utilizar la violencia. Ese cambio no es simplemente un reemplazo de ideas y conceptos, sino es necesario entrar a ciertos espacios mentales, a ciertos “lugares” del psiquismo humano. Las seis llaves del cambio abren puertas hacia estos espacios facilitadores, aunque no son el cambio mismo, pero operan para que “lo nuevo” pueda ocupar su espacio en la persona y se “constituya” en el ser. Cambio y atención
La atención es un recurso elemental del psiquismo humano para el cambio: sin atención no hay aprendizaje. Primero hay que dejar atrás la forma tradicional de educación que trabaja principalmente con atención tensa, una forma que está muy cerca de la obligación y muy lejos del gusto. Otro tema esencial es el entrenamiento de la atención, pero una atención desde dentro, similar a un “observador amable” que nos acompaña en el día. A veces el “observador amable” está cansado y necesita relajarse, en otros momentos se puede llamarlo como recurso para poner todo el interés en el tema y por fin, se forma una capacidad desde adentro que observa al mismo tiempo tanto al mundo interior como al exterior. Cambio y buen humor Es fundamental el ámbito en el cual se propone hacer actividades. Para lograr un aprendizaje con gusto se tiene que formar un ámbito amable en lo externo, con lugares adecuados e interno, con actitudes de buen humor. El humor es un recurso extraordinario para producir el ambiente adecuado. En lugar de juzgar y someter todo al juicio racional, el humor produce una atmósfera que permite equivocarse y al mismo tiempo da espacio para diferentes visiones del mundo. Cambio y afectividad La afectividad y emoción son llaves esenciales para un cambio. No es lo mismo si se aprende por agrado u obligación, si las actividades producen placer o sufrimiento, si uno se siente valorado o menoscabado, si se ve a los compañeros como camaradas o competidores, si el coordinador es un facilitador o un jefe autoritario, si aprender es divertido o algo grave, si el error es aceptado o castigado.
Cambio y ambiente En relación con el punto antes mencionado, de la misma forma se necesita un ambiente adecuado, ciertas formas de relación y comportamiento entre los integrantes en el ámbito. Definitivamente ayudan diálogos en paridad, resolución de problemas en conjunto, colaboración en lugar de competencia, trabajo en equipo, el intento de entender cómo piensa el otro y el aporte a la construcción de conocimiento conjunto.
Cambio y diálogo generacional Si entendemos que cada persona piensa, siente y actúa en base de su paisaje de formación y que éstos fueron instalados desde “mundos diferentes” entre las personas mayores, adultos y las nuevas generaciones, ya no parece de mucha utilidad juzgar e imponer. Se trata mucho más de entender el nuevo paisaje y de ayudar a que éste se pueda manifestar de la mejor manera posible.
También se deslinda de esta comprensión un compromiso para cada persona, mediante un trabajo interno que les permita entender su propio paisaje y transformar elementos que no son de utilidad. Cambio y soltura interna Este punto parece ser el más difícil de aplicar, la soltura interna de cada ser humano. Con esto no nos referimos simplemente a una cierta actitud o un cierto comportamiento, sino a una manera de estar en el mundo, una manera que supera el sistema de tensiones internas. No es suficiente cuidar las actitudes y comportamientos, sino cada uno tiene que hacer un trabajo permanente con su mundo interno para no afectar negativamente con su sistema de tensiones internas. Este sistema de tensiones fue formado en su niñez y su juventud y sigue en general actuando, expresándose en actitudes, en el comportamiento, en una moral y el juicio, los cuales muchas veces ya no corresponden al mundo actual. Estos sistemas de tensiones producen una inhibición y un bloqueo en el cambio hacia la no-violencia.
Tenemos que formar en nosotros mismos un mundo interior que permita no engancharse con los conflictos que se presenten y abrir espacio para una nueva cultura en nosotros mismos y en nuestro entorno.
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